Andén interior

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sábado, 21 de agosto de 2010

¿Cómo reconstruír héroes en domingo?




¿Cómo reconstruir héroes en domingo?





Este domingo al mediodía, cuando estaba a punto de salir de casa, mi sobrino de cinco añitos llegó de improviso como aire fresco y puro. Se soltó de la mano de su mamá y corrió hacia mí gritando:

- Tíaaaa, tíaaaa ¡dile a mi mamá que me quedo contigo!.
La cara de mi hermana es de incredulidad, y me dice:
- ¡Ay perdón! no sabía que ya ibas de salida (viendo mi camioneta a media calle).  Este niño en cuanto venimos por tu rumbo, empezó a neciar con que ¡vamos con mi tía! y ¡vamos con mi tía!, y no paró hasta que venimos.

Me río y me dirijo a mi sobrino:
- ¿Vamos a comer y luego al cine?
Una linda sonrisa de oreja a oreja surge de pronto en su carita de ángel.
Sólo como información "adicional" mi hermana me dice:
- ¿Pero ya te dijo que viene con todos sus juguetes?
- ¡Son mis favoritos tía! - contesta ni tardo ni perezoso
- ¡Ah bueno! si son tus favoritos pues que nos acompañen todos - concluyo.


Mi sobrino se despide de su mamá con un beso de lejos, muy aprisa pero eso sí, muy bien tronadito al aire. Sus manos están ocupadas, llenas de lo que “intuyo” son sus muñecos favoritos.

Me despido de mi hermana, y mi día lleno de adultos se transforma de pronto en diversión pura y llana.  Un pequeño aguarda impaciente a que le abra la puerta de la camioneta, y comienza el desfile de sus héroes maravillosos.

Espero que mi mala memoria no me traicione, pero subieron al vehículo: Supermán, Linterna Verde, El Hombre Araña, Batman, Hulk y la Mujer Maravilla.
- ¿Pueden ir sentados atrás conmigo? (me dice)
- ¡Claro que pueden!
Procede a ordenarlos en su asiento, creo que por colores, o quizás por simpatía, o por méritos, no lo sé a ciencia cierta. Sólo sé que él va en medio, y le ajusto el cinturón de seguridad.  Arrancamos con rumbo desconocido, hasta que en algún punto del camino me dice que quiere ir a las resbaladillas de las hamburguesas.


El tráfico es denso, ir a vuelta de rueda se ha vuelto común en los días de descanso. Por el espejo retrovisor, de cuando en cuando, observo a mi sobrino entretenido en una batalla seguramente intergaláctica, a juzgar por los sonidos que emite:
- Dinkkkk, orrrr, ogggh, agrrrrrr, bomppp, buuunch.

Una batalla que me va narrando paso a paso...
- ¡El Hombre Araña envuelve con su teleraña a Batman! (grita).
- ¡Linterna Verde trata de auxiliarlo! pero salen Supermán y la Mujer Maravilla.
- Tííía el Linterna Verde está perdiendo sus fuerzas.
-¿No desayunó bien en su casa? - le pregunto -  y como respuesta sólo suspira...

En algún momento del trayecto, mi sobrino grita con voz desesperada
- ¡¡Nooo!!
- ¿No? - le pregunto extrañada viéndolo nuevamente por el retrovisor mientras estamos detenidos en el tráfico.
- Es que tía, ¡todos están contra el Linterna Verde!
- Mmmm ¿Es el mono ese de verde?
- ¡Que no es mono tía! ¡No le digas así a mi Linterna Verde! - dice enérgicamente
- ¿No? - sonrío y el tráfico se me hace menos denso...

Mientras tanto, continúa la batalla en la parte trasera del auto. El pequeño tira alguno de sus muñecos al asiento de más atrás. Mi camioneta seguramente vuela por el espacio, estoy casi segura a juzgar por los últimos sonidos que escucho: tin, tin, tin, plip, plip, plip, plip. 

Sin embargo, en algún momento todo se vuelve un silencio espeso, lo cual es inaudito. 
- ¿Qué sucede que no te escucho? (le pregunto buscando su cara en el retrovisor)
- Tía es que el Linterna Verde se asustó mucho, y salió volando rápido porque todos se le venían encima ¡y se descabezó!
- ¿Se descabezó? -  aquí pienso en mi hermana, y en lo que nos dirá a los dos en cuanto nos vea con un muñeco carísimo y descabezado...

Con su carita sorprendida, me enseña una pequeña cabeza en su mano derecha y en la otra lo que resta de un cuerpo verde.
- ¡Ay no puede ser!, ¡es que no cuidas tus muñecos! -le reprendo.
- ¡Qué no son muñecos tía! que son súper-héroes y es que estaban luchando muy fuerte. Y el Linterna Verde se descabezó del susto.

Su carita se descompone ahora en un mohín entre triste y desolado. Los ojitos le brillan, creo que tiene alguna lágrima por ahí a punto de brotarle.  Contagiada ya de sus aventuras intergalácticas, y previniendo un repentino llanto se me ocurre decirle:
- ¡Ah ya sé! juguemos a que el Linterna Verde será el jinete sin cabeza.
- ¿El jinete sin cabeza tía?
- Sí es una película de aventuras que vi hace tiempo. Verás, se trata de un jinete que no tiene cabeza, y se pasea con su caballo por todo un pueblo.
- ¿Sin cabeza? ¿Cómo mi Linterna Verde? -pregunta mi sobrino con sus expresivos ojos nuevamente llenos de alegría.
- Sí si, así, igualito a tu muñeco verde - le contesto
- Síiiii tía, yujuuuuu mi Linterna será el Jinete sin Cabeza
(fin de las lágrimas afortunadamente)
...Pero ¿y el caballo tía?
- Al rato lo buscamos en casa, por ahí tengo uno abandonado. 
Ya llegamos a comer nene - descanso de verme al fin entrando en el estacionamiento del restaurante.

Me estaciono frente a los juegos infantiles. Abro la puerta de mi sobrino, que agarra todos sus muñecos (incluido su Linterna Verde), le desabrocho el cinturón de seguridad y salta afuera. Me da su manita derecha para entrar juntos al lugar. Su mano está llena de los juguetes que aprisiona también en su pecho.  En tan incómoda posición seguimos caminando.

Pido una mesa cercana a los juegos infantiles y nos encaminamos a ella. Antes de sentarnos, mi sobrino se detiene y deja sus juguetes sobre la mesa, ordenándolos en un semicírculo. 

El mesero llega minutos después para tomar  nuestro pedido, y observa los juguetes que nos acompañan.
- ¿Se le rompió la cabeza a tu muñeco? (le pregunta al niño)
Mi sobrino mira detenidamente a sus muñecos, suspira hondo y profundamente.  Luego me mira a mí, y antes de que yo pueda decir nada, procede a responder con una seguridad que me desconcierta:
- ¡No señor!.
-  Mi muñeco era el Linterna Verde cuando llegué con mi tía, pero se convirtió en el Jinete sin Cabeza en su carro ¿verdad tía? - me pregunta
-  Si - contesto - tengo una camioneta mágica - sonrío.

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