Andén interior

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miércoles, 18 de agosto de 2010

Metronómico






Metronómico
Ese día me era particularmente difícil estar sometida al constante ruido del metrónomo, una y otra vez le escuchaba en mi cabeza en su monótono tic, tac, tic, tac, tic, tac

Los dedos entumidos por el frío despertar, apenas podían tomar el calor que la calistenia de un recorrido en el teclado del piano, un aburrido do, re, mi, fa, sol, la, si, do, si, la, sol, fa, mi, re, do en repeticiones al infinito, eran mi primera actividad del día desde hacía tres años.

Solía protestar ante esta imposición diaria siguiendo el Método Meyer...la instructora se reía siempre como si de un chiste se tratara, haciendo caso omiso de mis protestas airadas.  Pero ese día era diferente, ese día la cabeza me explotaba con intenso dolor, las manos paralizadas no me respondían, los dedos cristalizados de frío estaban en rebelión, mi cerebro en forma desesperada pedía regresar a la cama.

Desde el plasma de la sala, salen gritos: que si era una perezosa, que si la formación de una concertista era la disciplina. Cansada, soñolienta y en una franca revolución personal, estiré la mano, tomé el control de la televisión de plasma y apreté el botoncito rojo de power.

¡Liberación en camino! - dice mi mente

La cara de la maestra, su enorme sorpresa e incredulidad persistió en mi memoria por algunos instantes.
Con una gran sonrisa camino a mi dulce cama, cantando aquello de "dulces sueños niña mía" tal y como solía hacerlo mi nana (hace ya tantos años).

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